"La visita" o cómo NO hacer una película.

Estoy traumatizada. No, en serio. Lo estoy, porque he vivido una de las peores experiencias que se pueden vivir dentro de una sala de cine (si no contamos con incendios, estampidas o meterse por error en una sala con las puertas bloqueadas donde van a emitir "Torrente"), y esta experiencia tiene nombre y apellidos:

"La visita", de M. Night Shyamalan.

Lo malo de esta película es todo que uno va al cine sin saber de lo que realmente se trata, es decir, de un monjón seco de vaca un manual sobre cómo NO se debe hacer una película. Estaréis pensando que seguramente no sea para tanto, que con ese trailer no puede ser tan terrible, pues dejadme que os diga, queridos míos, que eso fue lo que yo pensé y al salir del cine solo pude dar gracias por no haber tenido nada a mano con lo que arrancarme los ojos, porque de haberlo tenido lo habría hecho. Pero, vayamos por partes. 

¿De qué va "La visita"? Pues, básicamente, de dos hermanos que van a pasar una semana con sus abuelos maternos, a los que no conocen, y acaban dándose cuenta de que no son los abuelos idílicos y geniales que habían soñado. 

La película, al menos por el trailer, prometía buena ambientación, tensión, suspense y buenos sustos. Bien, pues no solo no tiene nada de eso, sino que, además, ni siquiera es una película de miedo. ¿De qué es entonces? Os estaréis preguntando. ¿De comedia? ¿Es acaso un drama? Yo soy incapaz de inclinarme por un género en concreto, porque es tan mala, pero tan, tan, tan mala, que el drama es haber pagado por verla.

Pero os explico por qué digo todo esto. 

Empezamos con la ambientación, que es normalita tirando a mediocre. No se juega con la oscuridad, ni con lugares que causen intriga o den mal rollo. Los espacios donde sucede la historia no están bien aprovechados y no se les saca partido alguno.

La trama....................... Dios mío de mi vida. Me imagino a los productores sentados frente a Shyamalan después de haber leído el guión. La conversación sería más o menos esta:

—Buenos días, señor Shyamalan.

—Buenos días.

—Le hemos llamado porque ya hemos leído el guion que nos mandó y queríamos hablar de él con usted.

—Estupendo.

—Verá, queremos serle sinceros. El género de terror hoy en día es una putísima mierda y hay una competición encubierta en la que todo Hollywood intenta hacer el bodrio más grande jamás visto.

—Estupendo.

—Como bien sabe, hicimos grandes logros con Paranorml Activity, que actualmente se usa en hospitales para combatir el insomnio gracias a su alta dosis de aburrimiento. Pero también cometimos errores terribles, como Insidious, que, desgraciadamente, es una película de terror con un guion formidable. Por eso mismo pensamos en usted para subsanar nuestro error, haciendo el mayor truño en el cine de terror que haya conocido el hombre.

—Estupendo.

—Debemos decirle, señor Shyamalan, que nos ha sorprendido con creces. Su película es, y hablo por todos los productores, una mierda infumable.

—Estupendo.

—De hecho, queríamos preguntarle cómo ha podido hacer un guion tan terrible después de haber hecho otros decentes como “El sexto Sentido”, “El bosque”, o “La joven del agua”. ¿Cuál es su secreto, señor Shyamalan?

—Estupendo.

—¿Cómo dice?

—Estupendo.

—¿Señor Shyamalan?

—¿Sí?

—¿Se encuentra bien?

—Perdón, estaba regodeándome en el sufrimiento que padecerán todos aquellos que han criticado mis películas. ¿Qué decía?

—Queríamos saber cómo es posible que haya hecho un guion tan desastroso.

—¿Guion? ¿Qué guion?

—El que tenemos aquí. El que usted nos envió con el título “La visita”, ¿lo recuerda?

—Ah, pero eso no es un guion. Verá, a veces, mientras cago, escribo cosas en el papel de váter. Esa es una de ellas. Pensé que encajaría con su petición de bodrio.

—Es usted brillante, señor Shyamalan.

—Estupendo.

¿Veis la dirección de mi mano? Estupendo. Esa es
la que tenéis que seguir para cortaros las venas.

En otras palabras, "La visita" es una idea interesante catastróficamente llevada a cabo hasta el punto de hacer que el espectador quiera levantarse de la butaca y marcharse para dejar de sufrir. La película es una sucesión de entrevistas que graba la protagonista a modo de documental, salpicada por sustos más que previsibles, llena de puntos de humor ridículos de "vergüenza ajena total" y con escenas donde se pretende crear tensión y dar miedo, pero que se quedan a medias, creando en el espectador la sensación de que algo va a pasar, cuando luego no pasa absolutamente nada. Y eso es solo al principio, porque luego uno se acostumbra y ya ni siente ni padece.

Después está el apartado técnico. La película es, en realidad, el producto de un intento de documental por parte de la protagonista y su hermano, así que las secuencias y planos tienen la misma calidad que puede tener mi abuela grabando a la familia mientras comemos en el porche. Esta técnica funciona cuando se aúna con otros elementos, creando un efecto realista que acentúa la sensación de terror como ya hizo "El proyecto de la bruja de Blair", pero aquí no solo es que no funcione, sino que hunde la ya hundida historia sin sentido, eliminando el efecto de impresión a escenas que podrían haber dado algo de miedo.

Cuando haces un truño para que los demás no sepan que querías hacer una buena película. 

¿El resultado? 94 minutos que parecen 300, en los que el espectador, inocente, empieza preguntándose cuándo empezará "lo bueno", pero al darse cuenta de que eso nunca llegará, pasa de la extrañeza a la incredulidad, de ahí a la indignación, luego a la resignación y, finalmente, a un principio acentuado de locura y desconcierto absoluto. Al final solo quieres estrangular a alguien y quemar todas las copias que existan de una bazofia que, no lo olvidemos, la gente paga por ver (yo incluida) y en la que se ha invertido una cantidad de dinero considerable.

Y muchos me llamaréis exagerada, y me diréis que Sharknado seguro que es mucho peor. La diferencia de películas como Sharknado es que no mienten ni se hacen pasar por lo que no son. Si vas al cine a verla sabes perfectamente por lo que estás pagando, pero ¿esto? Esto es manipular al espectador, hacerle pensar en limones para venderle peras. Y eso es lo que no tolero y lo que me indigna profundamente.

Por su puesto, si queréis ir a verla al cine sois libres de hacerlo, porque mi opinión no es absoluta y, después de todo, solo es una opinión. Pero os digo que el grupo que fuimos a verla estaba formado por seis personas con gustos muy diversos, y todos salimos de allí preguntándonos qué clase de tomadura de pelo había sido esa. La gente incluso se volvía para comentarle al de al lado, sin conocerle, la gran mierda que nos habían puesto. Y la sala estaba a rebosar, así que imaginad el espectáculo.

Si os decidís a verla o ya lo habéis hecho, por favor, comentad por aquí, me gustaría saber lo que os ha parecido. Y los demás, no sé si encontraréis útil mi crítica. A mí, al menos, me ha servido para quedarme bien a gusto.

Shyamalan, tú antes molabas.