Bueno..., aquí estoy: recién duchada, bebiéndome un vaso de casera blanca hasta arriba de hielo, oyendo a Ben E. King y con un manuscrito cada vez más cerca de ser enviado a las editoriales. Porque, principesos y principesas, hoy he terminado de corregir, POR FÍN, mi novela.
Hace poco más de un año empecé a escribirla sin intención alguna de publicarla, pero entre capítulo y capítulo me di cuenta de que aquello era lo mío, de que si tuviera que dedicarle mi tiempo, mi alma y mi vida a algo, sería a escribir. Ya llevaba haciéndolo desde los 16 años y sabía que no era un mero hobbie, de hecho, no había nada a lo que dedicara más tiempo (ni siquiera a los estudios), pero fue el año pasado cuando comprendí que era mucho más, que era para lo que había nacido o, si no queréis que suene tan cursi, que era mi vocación.
Sí, ya lo sé, es un camino difícil, casi nadie lo consigue... bla, bla, bla. Pero bueno, siendo sincera, no soy yo quien ha escogido este camino, más bien ha sido al revés, porque puedo aseguraros que en eso de las vocaciones uno no elige mucho, llega cuando llega y, sin que te des cuenta, un día te sorprendes mirando la vida con objetivos y sueños que antes no tenías, de una forma que antes nunca habrías imaginado. En definitiva, te encuentras de golpe (o por lo menos eso me pasó a mí) frente a un camino largo y lleno de baches que superar. Un camino muy complicado que, sin embargo, es el único que puedes y quieres seguir.
Solo siguiendo ese camino uno se siente pleno y feliz, y por muchas trabas que tenga y momentos difíciles, sientes que, en el fondo, merece la pena. Porque, si no dedicas tu vida a lo único que te da luz por dentro, ¿qué sentido tiene todo? ¿Qué puede ser más triste que tener un sueño y no luchar para conseguirlo?
Yo no sé si conseguiré el mío, pero os aseguro que lo voy a intentar, me cueste lo que me cueste. Por eso, después de 5 meses de corrección, hoy es un día feliz. Todavía tengo que hacer muchas cosas antes de enviar la novela, porque quiero asegurarme de que no me precipito en nada y todo está lo mejor posible, pero no os podéis imaginar el peso tan grande que me he quitado de encima. Ha sido mi primera novela y, como era de esperar, he tenido mis dificultades para llegar hasta aquí, sobre todo porque desde 1 año hasta ahora he aprendido muchas cosas que han afectado a la novela y por las que he tenido que hacer bastantes cambios.
Para que os hagáis una idea, el manuscrito original, recién terminado, tenía una extensión aproximada de 253.000 palabras (856 carillas de un libro editado) y ha acabado con 198.000 (668 páginas). Eso significa que he suprimido casi 200 páginas, y no os creáis que lo he hecho por gusto. Soy consciente de lo difícil que es que un novel publique una novela tan larga, así que me he esforzado al máximo para dejarla mucho más dinámica sin que afecte a su calidad ni a su argumento, y es por eso, queridos míos, que me he tirado 5 meses corrigiendo. Mirar con lupa tantísimas páginas, no solo una, sino tres veces, no es una tarea breve que digamos.
En fin, pensaba hacer una entrada cortita y al final he acabado enrrollándome como una persiana. Solo quería compartir este momento con todos vosotros. Os prometo que pronto os daré algunos datos de la novela. Hasta entonces, gracias por leerme y soportar mis desvaríos.
¡Babay!