jueves, 6 de febrero de 2014

Relato: "La muerte viste de rojo".



¡Buenos y nublados días! 

Anoche me dio un arrebato de esos que me entran de vez en cuando y escribí un relato. Tenía muchas ganas de darle a las teclas y me apetecía entrenar un poco ya que ahora no estoy escribiendo ninguna novela (aunque sí trabjando en una). El caso es que no tenía ni idea de qué podía ir ese relato, así que miré mis imágenes y di con un retrato de mi amadísima Jessica Lange, que como sabréis ha sido y es la estrella de la famosa serie American Horror Story.
La admiración y la veneración que siento por esta pedazo de mujer no pueden resumirse ni en un relato ni en veinte, y lo que he escrito para nada le hace honor a ese estilo único y perfecto que tiene, pero ella, concretamente la imagen que véis arriba, ha sido la inspiración de este breve texto, así como la canción que os he dejado para leer.
Sobra decir que este relato es de mi autoría, y aunque sea un truño de troll aviso que si alguien osa apropiarse de él será víctima de la orden de asesinos que dirijo en mis ratos libres. En fin, ahí os lo dejo. 

¡Que lo disfrutéis!


Música para leer 





LA MUERTE VISTE DE ROJO

   La mugre se arremolinaba en el suelo creando extrañas figuras en torno a las huellas de los clientes que habían estado en el local. Era un antro pequeño donde el oxígeno luchaba por sobrevivir y el aire se impregnaba de humo y voces enredadas en alcohol. Desde los altavoces resonaba una melodía lenta y lúgubre, como si el denso ambiente la ralentizara. Los clientes, la mayoría figuras desgarbadas y hastiadas que bebían en solitario o se exhibían torpemente junto a alguna mujer poco exigente, parecían simples huecos que alguien había pintado junto a la pobre decoración del local.
   La puerta que daba a la fría noche se abrió quejosamente como siempre hacía, dejándola entrar a ella. Se quedó un momento quieta bajo la penumbra de la entrada, observando superficialmente lo que la rodeaba. Aquella noche le importó poco el olor ácido que la impregnó de inmediato o la suciedad que recubría cada rincón; aquella noche necesitaba una copa. 
   Comenzó a caminar haciendo que la delgada base de sus tacones resonara como un lento goteo entre el murmullo aletargado de la música. Su vestido rojo quebró la mustia imagen que el local ofrecía. A ella le encantaba aquel vestido. Se adecuaba a su figura como una piel obediente, resaltando sus aún esbeltas formas y ocultando aquellas curvas que solían desentonar con cualquier otra ropa. Por eso lo había elegido; aquella noche no podría haber llevado otra cosa.
   Se sentó junto a la barra y pidió un whisky seco. Sacó un cigarrillo de su bolso, el último que le quedaba, y lo encendió entre sus labios pintados de un rojo idéntico al de su vestido. Cuando la primera bocanada de humo salió de su boca el camarero colocó el pequeño vaso frente a sí, dedicándole una mirada de extrañeza que no amenazaba con hacer preguntas. 
   La niebla gris que descendía desde su cigarro envolvió su corta melena rubia cuidadamente peinada en perfectas ondulaciones. La luz violácea que iluminaba pobremente el local recortaba su silueta como si apenas se atreviera a tocarla, resaltándola escandalosamente entre el turbio halo del local. Ella bebió de su vaso disfrutando brevemente del sabor que el alcohol dejó en su lengua. Aún tenía los ojos cerrados, esos ojos color miel que tanto se había esmerado en maquillar, cuando sintió que lo que había hecho aquella noche seguía bullendo airosamente en su interior. 
   Mantuvo el cigarro entre sus dedos durante un largo momento, dando apenas dos caladas antes de dejar que se consumiera por completo. Siempre que fumaba pensaba en su propia vida, en lo rápido que esta se había consumido, en cómo su pelo había dejado de ser dorado para tornarse blanco y su piel de ser tersa para llenarse de crueles surcos que mostraban al mundo todos los años que llevaba arrastrando como una pesada carga. 
   Notó que un hombre la miraba intensamente y un escalofrío de regocijo le recorrió la espalda. No importaba quién fuera mientras alguien la contemplara, mientras alguien apreciara la belleza que el tiempo aún no había sido capaz de arrebatarle, la belleza que tanto esfuerzo le había costado rescatar para aquella ocasión. Cruzó sus delgadas y esbeltas piernas con elegancia e indiferencia, moviéndose como si el mundo girara a cámara lenta solo para admirarla un segundo más. 
   Ella dibujó una sonrisa mientras se retocaba el peinado con delicadeza. Una vez más había acudido a su mente aquella imagen apenas ocurrida hacía una hora, la imagen de su marido tendido en la cama con un abanico de sangre en torno a la cabeza. Las impolutas sábanas blancas contrastaban con su miserable cuerpo inmóvil, mientras que la enorme mancha de sangre parecía querer fundirse con el rojo de su vestido y de sus labios, como si en lugar de una bala hubiera atravesado su cabeza con un beso y el carmín de su boca se hubiera derramado por todas partes. 
   Por fin lo había hecho. Llevaba años soñando con ese instante y ahora que lo había vivido no dejaba de recrearlo en su mente una y otra vez, intentando que no se perdiera un solo detalle. Se había preparado mucho para esa gloriosa noche, la noche en la que los años de miedo, gritos y palizas se desharían junto a una diminuta bala disparada certeramente entre sus ojos. Había sido perfecto. Se había acicalado concienzudamente para la tarea, rescatando su cuerpo de un letargo de dejadez y tristeza. Había teñido su pelo del dorado que antes lucía, lo había cortado y peinado; había maquillado su piel hasta convertirla en otra y había embutido su vieja figura en aquel vestido rojo para resucitarla del dolor, para que, por una vez, fuera el verdugo y no la víctima quien la mirara desde el otro lado del espejo. 
   Se había sentido fuerte. Se había sentido poderosa. Se había sentido viva. Y ese verdugo vestido de sangre, vestido de rojo, rugía dentro de ella, clamaba justicia y muerte a partes iguales, insatisfecho a pesar de la vida que ya había arrebatado. 
   Dejó un billete sobre la barra y se encaminó hacia la puerta apuñalando el suelo con sus tacones. Bajo la tela del bolso notó el peso helado de su arma y se preguntó cuántos abanicos de carmín podría dibujar sobre las sábanas de otros indeseables antes de que terminara la noche. Al salir de local solo una respuesta acudió a su cabeza: 
    <<No los suficientes>>.


3 comentarios:

  1. He tenido una semana tensa, y no tuve tiempo de leer esta entrada cuando la publicaste. Lo acabo de hacer ahora.
    Vaya o.o
    Voy a arriesgarme a dar una opinión sincera (pero ya sabes que soy una persona muy nazi ^^' así que ten un poco de paciencia conmigo):
    Me encanta el personaje que has creado. Fantástico, en serio. Creo que le faltarían un par de pinceladas para que fuera perfecto, porque queda un poco cojo que una mujer con el carácter que le has plantado haya sido víctima de malos tratos de esa manera. Pero el fragmento es muy corto, así que no quiero pillarme tampoco los dedos.
    La construcción de la escena también me ha fascinado. Muy visible. Y lo de los tacones como un goteo... me encanta o.o
    En mi opinión hay dos "fallos", no obstante. El "flashback" es uno. Francamente, odio los flashback, son difíciles de utilizar y que no se carguen algo. Y el principal problema con ellos es que tienen la molesta tendencia a volver la narración explicativa y acumular resumen narrativo. En mi opinión, suelen ser más un incordio que una ayuda, la verdad. Y en este caso, opino sinceramente que todo iba muy bien hasta que llegas al flashback: la narración se desinfla de manera brutal (la metáfora del carmín con la sangre me encanta, eso también tengo que decirlo, pero no es suficiente para salvar ese pedazo).
    Y el segundo "fallo" (nótese que sigo usando comillas u.u ¡que conste en acta! xD), la segunda pega que le pongo, más bien, es la última frase. o.O? No me parece que esté justificada narrativamente.
    La verdad es que después de leer esto, tengo aún más ganas de leer tu libro o.o

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    1. Bueno, teniendo en cuenta la caña mortal que le metes a las novelas en tus reseñas creo que puedo sentirme la persona más afortunada del mundo mundial *-*
      Estoy segura de que tienes razón en todo, aunque lo del flashback a mí me gusta. Y cuando leas mi libro (que ojalá sea así) créeme que temblaré esperando la reseña xD Aún así me alegra mucho que te haya gustado mi forma de escribir, de verdad de la buena, me siento honrada ^-^

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  2. Joder quilla... no quiero decir palabrotas, pero si no digo "joder" no soy yo :3....
    Me ha encantado lo del sonido de los tacones simulando un goteo....me encanta <3 _ <3 y....esta frase también me ha encantado: " parecían simples huecos que alguien había pintado junto a la pobre decoración del local." En serio, quilla, será un relato, pero se nota la diferencia :)
    Yo la verdad es que, conociéndote, no me podría haber imaginado a otra mujer que no fuera Jessica Lange, es ella, es que es ella...con esa clase que despide por todos sus poros y bueno claro también eres tú quién ha escrito el relato, así que no habría podido ser otra ^_^

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