Increíble, pero he terminado una de las tres lecturas que empecé hace una eternidad y media. Se trata de "Siempre hemos vivido en el castillo", de la aclamada escritora Shirley Jackson, que me recomendó mi querida Omaira.
La historia nos traslada a Nueva Inglaterra, y nos cuenta la historia de los Blackwood, o de los miembros que quedan. Realmente el argumento de esta novela para mí no es muy relevante, solo diré de él que para mi gusto le ha faltado algo de acción, pero que tiene un desarrollo interesante, irónico, como de tétrico cuento de hadas.
De lo que de verdad quería hablaros era de su protagonista: Merricat.
«Me llamo Mary Katherine Blackwood. Tengo dieciocho años y vivo con mi hermana Constance. A menudo pienso que con un poco de suerte podría haber sido una mujer lobo, porque mis dedos medio y anular son igual de largos, pero he tenido que contentarme con lo que soy. No me gusta lavarme, ni los perros, ni el ruido. Me gusta mi hermana Constance, y Ricardo Plantagenet, y la Amanita Phalloides, la oronja mortal. El resto de mi familia ha muerto».
Merricat es una de las tres Blackwood que vive en una gran casa con su hermana mayor Constance y su tío Julian. Constance, arrastrando la culpa de una desgracia familiar, es el pilar al rededor del que orbitan su hermana y su tío, que depende de ella para casi todo. Merricat tiene una relación con ella que me ha parecido preciosa y muy especial.
«—Ponte las botas si vas a salir a pasear —me dijo Constance.[...]
—Te quiero, Constance —dije. —Yo también te quiero, tontuela, Merricat».
Aunque bueno, ¿qué NO es especial en Merricat? Una chica que ve el mundo de un color completamente diferente al resto, que clava objetos en lo árboles, entierra tesoros y vive en la Luna. Este personaje me ha parecido una auténtica pasada, por cómo es, pero también por lo genialmente que está construido. No encontraréis apenas descripciones objetivas viniendo de ella, todo está tapizado tras el velo de su extraña mente de niña inteligente, huraña, casi salvaje, algo sádica, pero sensible y soñadora. Merricat da a la narración un halo tétrico, infantil y retorcido que me ha maravillado. Merricat es un ser curioso que adora la tranquilidad de su rutina diaria y odia todo aquello que la interrumpa. En su pequeño universo todo debe ocupar un lugar, y cualquier elemento que no estuviera antes en él sobra y no es bien venido. Merricat tiene una personalidad muy intensa, y todo lo que hace, dice o piensa responde perfectamente a esta personalidad.
«Me habría gustado llegar al colmado una mañana y verlos a todos, incluso a los Elbert y a los niños, agonizando en el suelo entre gritos de dolor. Entonces yo misma me serviría los productos [...] esquivando los cuerpos agarraría de los estantes todo lo que me apeteciera».
Otra cosa que me ha resultado curiosa en la novela es el uso desmesurado de la comida. Constantemente Constance está preparando comida o anunciando que va a prepararla o pensando en qué podrá preparar mañana. La comida está presente en todas partes: pasteles, guisos, asados, dulces, sopas... No hay un solo capítulo donde no se mencione. Es como una obsesión, como el tic-tac que marca la estricta rutina de los Blackwood, y la manera de Constance de sentirse activa y útil en todo momento. Había partes incluso en las que me sentía agobiada leyendo y me los imaginaba engullendo sin parar, como el ser sin cara de El viaje de Chihiro.
«Nos tragamos el año. Nos comemos la primavera y el verano y el otoño. Estamos esperando a que crezca algo para luego comérnoslo».
Ha sido una lectura enriquecedora y agradable, aunque me ha faltado más movimiento, más acción. Entiendo que es un tipo de historia poco proclive a esto, pero a mí me ha faltado algo. No obstante, la recomiendo, porque la manera de escribir de Jackson es flipante. Y jamás he estado ante un personaje femenino tan genial como Merricat.
Acabaré diciendo que no he encontrado elementos de terror en esta novela, ni he pasado miedo, aunque ha habido una escena que definitivamente me puso los pelos de punta.
Todavía me parece oír en mi cabeza esa cantinela una y otra vez...
«Merricat, dijo Constance, ¿una taza de té querrás?
Merricat, dijo Constance, ¿quieres ir a dormir?
Oh, no, dijo Merricat, me envenenarás».
Qué bueno ver este libro por la blogosfera. Le tengo MUCHAS ganas, pero siempre que lo he buscado por la librería no he podido encontrarlo. Acabaré pidiéndolo a Amazon o algo.
ResponderEliminarNo es la primera vez que leo una buena reseña de él, y lo cierto es que si se trata de una estética como esta (me encanta la portada, es una delicia) y si me dices que la protagonista no tiene los pies en el suelo, mejora más aún.
ResponderEliminarVa directa a la lista de deseos :D
Un beso enorme
Lena
En primer lugar decirte que en la página principal si no entro en la entrada me salía raro el post-footer (el de publicado en y los comentarios y tal) y como sigo en administradora lo he alineado a la izquierda en vez de estar justificado como hasta ahora.
ResponderEliminarAlgún día tendré que abandonar tu blog pero no quiero D: XD
Por otro lado me ha resultado un libro curioso, pero llevo muy mal el miedo y la angustia y no sé por qué, tal vez por cómo lo has contado, pero lo de la comida me ha dado repelús. No sé, soy un poco miedica y angustiosa pero luego los disfruto mucho. Justo había un libro así turbio que llevo toda la mañana intentando recordar si lo escuché en audiolibro o lo leí xD Y sigo sin acordarme, esto es frustrante (tampoco recuerdo el nombre, menuda cabeza tengo).
En fin, me alegra que te haya gustado el libro frente a su falta de acción.
¡Un besín!
Tengo ganas de leerlo, creo que será un libro que me gustará mucho ;)
ResponderEliminarMe gustan esas historias con puntos tétricos.
Besos!
Da yuyu, pero parece diferente y creo que me gustará leer este libro, así que me lo apunto :)
ResponderEliminarSaludos.
Da yuyu, pero parece diferente y creo que me gustará leer este libro, así que me lo apunto :)
ResponderEliminarSaludos.