PERDIDA

Ya la he visto, por fin. 

Desde que leí la novela de mi querida Gillian Flynn y supe que iba a haber una adaptación me morí de ganas por sentarme frente a una pantalla de cine y ver lo que David Fincher era capaz de hacer con una historia del calibre de Perdida. Pues bien, la sensación que tuve al terminarla fue parecida a cuando ves un pastelito con pinta de estar increíblemente bueno, te lo comes creyendo que vas a flipar en colores y, sí, no está mal, pero... ¿eso es todo?

Hasta ahora había leído varias críticas de la película, pero todas de personas que no se habían leído la novela. En esas críticas decían que Perdida era, en resumidas cuentas, una pasada. Vale, no está mal, pero, repito: ¿de verdad eso es todo?

No me malinterpretéis, creo que Fincher ha hecho un buen trabajo, no he visto errores destacables, la ambientación es excelente, la música adecuada, guarda una fidelidad increíble con la novela y es lo que, en teoría, debería ser toda adaptación. Entonces ¿qué es lo que le pasa a Perdida? 

Me he tomado un día para asimilar bien la película, porque cuando salí del cine no me explicaba esa sensación de insatisfacción que tenía en el cuerpo, como si hubiera estado las dos horas y media que dura esperando ese momento en el que se me encogiera algo por dentro, en el que pensara: «Ahora sí. Ahí estás, Gillian Flynn». Ha habido algunos instantes, pero demasiado breves como para despertar ese algo en mí.

Puede que mi error haya sido esperar que la película me transmitiera lo mismo que el libro, pero creo que todo el que se pone a ver una adaptación lo que espera es que en el film se recoja la esencia del libro, pero en Perdida eso no se ha conseguido. Tiene todos los ingredientes para ser una muy buena película, y creo que si no me hubiera leído la novela me lo habría parecido, pero me la he leído y de lo que me enamoré con Perdida no lo he encontrado en su adaptación. ¿Cuál es el problema entonces, si lo tiene todo, es fiel y está bien hecha? 

La respuesta es simple: los actores protagonistas.

No es que no me hayan gustado, Ben Affleck me ha sorprendido y Rosamund Pike ha hecho un buen papel, pero no transmiten lo mismo que en el libro, no se juega con el espectador como con el lector, no te llevan por mil caminos para confundirte, hacerte dudar y luego darte ese mazazo con el que te quedas con la boca abierta y los ojos como platos. En la novela es como si te movieras por un laberinto de luces y sombras en el que Gillian Flynn te deja ver solo lo que le conviene. En la película el camino es lineal y con un par de claroscuros, ya está. Las interpretaciones han estado muy bien, pero no consiguen jugar contigo, son evidentes y te dicen claramente qué es lo que va a pasar.  

A partir de aquí, AVISO, encontraréis SPOILERS. Si seguís leyendo que sea bajo vuestra responsabilidad.

Creo que no se han enfocado bien los papeles de Nick y Amy. En la novela, Nick ofrece la imagen de hombre simplón que no puede estar a la altura de su mujer, te cae bien, pero llegas a dudar de él, ves comportamientos raros que te hacen preguntarte ¿la habrá matado? ¿le habrá hecho algo de verdad? Como en ese momento en el que sonríe ante las cámaras. En la película esa sonrisa parece la de alguien que, simplemente, está posando. En el libro es la sonrisa fría de un hombre que no sabe ni cómo reaccionar ante esa situación. Piensas... pff, qué pardillo, va y sonríe, pero en el fondo se te queda grabada esa sonrisa de psicópata y dudas de él. En la adaptación no ocurre eso. Aflleck nos ofrece un buen personaje, pero un personaje con el que es fácil empatizar, un buen tipo que nos cae bien, del que podemos estar seguros que nunca le haría nada a su esposa. 

Por otro lado, Rosamund Pike nos ofrece una versión buena de Amy, pero no la correcta. Desde el principio parece una psicópata, una niña fría, mimada y consentida, caprichosa y manipuladora. En serio, su cara da miedo. En la novela no, porque Amy sabe jugar con nosotros a través de su diaro, y aunque no nos caiga bien, llegamos a sentir lástima por ella, a creernos sus miedos, su debilidad y su fragilidad. Y luego llegas a la mitad y aparece la verdadera Amy, la loca, inteligente, desquiciada y calculadora Amy Dunne, que te pone la piel de gallina y te encanta al mismo tiempo. Esa es la esencia de Perdida, esa capacidad para engañarnos, para darnos las mil versiones de una misma historia, de ofrecernos los puntos de vista de ambas partes, incluso los que no son ciertos.

Eso sí, reconozco que en algunas escenas ambos han estado bordados, como cuando Amy asesina al que la mantiene encerrada cortándole el cuello o Nick en la entrevista televisiva donde le confiesa su amor a Amy porque sabe que es lo que ella quiere oír.

FIN DE SPOILERS.

Creía que con Rosamund Pike habían acertado, pero me temo que no ha sido así. Con Affleck me esperaba lo que me he encontrado: un actor que no está mal y que ha hecho bien su papel, pero que no ha sido capaz de llegar a todos los matices de Nick. Ambos han tenido momentos muy buenos, pero no he podido evitar quedarme a medias con una película que apuntaba alto, quizá demasiado.

Valoración: 6/10

¿Qué os parece? ¿La habéis visto? ¿Os habéis leído el libro? ¡Quiero opiniones!

Qué épica habría sido esta escena si Patrick Wilson hubiera interpretado a Nick
v_______v