El Hobbit

Con mucho, mucho atraso os traigo por fin la reseña de "El Hobbit": novela archiconocida, elogiada y reseñada de nuestro querido J.R.R. Tolkien.

Sinopsis: Bilbo Bolsón es como cualquier hobbit: no mide más de metro y medio, vive pacíficamente en la Comarca, y su máxima aspiración es disfrutar de los placeres sencillos de la vida (comer bien, pasear y charlar con los amigos). Y es que todos ellos son tan vagos como bonachones, por naturaleza, y porque quieren. Pero una soleada mañana, Bilbo recibe la inesperada visita de Gandalf, el mago de larga barba gris y alto sombrero, que cambiará su vida para siempre. Con Gandalf y una pandilla de trece enanos, y con la ayuda de un mapa misterioso, nuestro héroe partirá hacia la Montaña Solitaria a fin de rescatar el valioso tesoro custodiado por Smaug el Dorado, un terrible y enorme dragón. Para eso tendrán que superar muchísimos peligros y toda clase de aventuras que Bilbo jamás hubiera podido ni imaginar y que lo convertirán en el hobbit más famoso del mundo.

Bueno, empezaré diciendo que me compré esta novela después de ver la peli estrenada hace muy poquito (que narra el primer tercio de la historia), con la que disfruté tantísimo que no pude resistirme a leer el libro. No obstante, y aunque he de admitir que ver la película primero ha condicionado un poco la lectura, no voy a entrar en detalles sobre si Peter Jackson ha sido fiel o no a la obra de Tolkien. 

Dicho esto, empecemos.

Si tuviera que definir este libro en una palabra sería "Hobbit". Sí, no es muy original, pero es que la novela tiene toda la esencia de estas maravillosas criaturas: es sencilla, cálida, adorable y sorprendente. En cuanto leí los primeros renglones se me dibujó una sonrisa bobalicona que tardó en disiparse muchas páginas.

<<En un agujero en el suelo, vivía un hobbit. No un agujero húmedo, sucio, repugnante, con restos de gusanos y olor a fango, ni tampoco un agujero seco, desnudo y arenoso, sin nada en que sentarse o que comer: era un agujero-hobbit, y eso significa comodidad>>.

Bilbo, nuestro héroe mitad Bolsón mitad Tuk, es sin duda el plato fuerte de la novela. Como personaje es un encanto: inseguro pero valiente, comodón, comilón, aventurero, gruñón y el mejor de los compañeros. Desde luego es difícil no caer rendida ante sus pies peludos, porque además resulta ser de lo más ocurrente y siempre tiene una solución para todo. Gandalf es mi otro personaje favorito en la novela (me encanta muy mucho) y aunque no aparece tanto como Bilbo, su presencia es suficiente para que creamos que nada puede salir mal, y eso que se meten en todos los líos habidos y por haber. 

El argumento es sencillo pero está plagado de aventuras (vamos, que no dejan de salir de Guatemala para meterse en Guatepeor) que se irán sucediendo durante el largo viaje hacia la Montaña Solitaria.

Sin embargo, he de decir un punto negativo que me ha chafado muchas veces la lectura, y es que los enanos (que son nada más y nada menos que 13) están muy poco caracterizados, por no decir que casi nada.

Yo comprendo que manejar tantos personajes es complicadísimo, pero si no se hace bien, luego pasa lo que pasa. Y lo que pasa es que, exceptuando a Thorin, Bombur y Balin (y un poco Fili y Kili) todos los enanos son copias. Sus actos no los diferencian en absoluto, es como si tuvieran todos la misma personalidad, y tampoco se les describe físicamente (solo a Thorin y a Bombur). Esto me ha fallado mucho, porque (llamadme rara) considero que uno de los pilares de un buen libro es la caracterización de sus personajes, y aquí la mayoría de los enanos son como fantasmas, de hecho muchas veces se olvida que están siquiera.

Exceptuando esto, y que Thorin me decepcionó porque creía que iba a ser mucho más carismático (sí, consecuencias de haber visto la peli primero, lo sé), la novela es más que recomendable. Tiene un no sé qué que no sé yo que encanta, y me ha arrancado muchas sonrisas, alguna que otra carcajada y un buen recuento de lágrimas. Sin duda, El Hobbit es una novela que transmite y nos enseña valores que jamás deberían perderse, como la amistad, el valor y la capacidad de superación. Ha sido una bonita experiencia sumergirme en sus páginas.

Por último, os dejo una cita de Thorin que me maravilló y que se ha convertido en una de mis favoritas de todas las que he leído:

<<Si muchos de nosotros dieran más valor a la comida, la alegría y las canciones que al oro atesorado, este sería un mundo más feliz>>.