De proyectos e historias malditas

Soy tan buena gente que os regalo 

una canción para leer.

Si a principios de año me hubieran dicho que ahora estaría llevando adelante tres novelas me habría reído a carcajadas, pero, citando a mi querido Samsagaz Gamyi, henos aquí, igual que en las grandes historias. 

He tenido muy diversas formas de llevar esto de escribir a tres bandas, aunque no he sabido realmente lo que era hasta hace poco a pesar de que tenía mis tres guiones terminados desde hace meses. ¿Por qué? Pues porque una de las historias se me atragantó como una espina en la garganta. 

París, año 2103

Con el proyecto París nunca hubo problema, era la historia que empecé antes y siempre la he llevado con más o menos rapidez. Como ya dije en otras entradas, es una bilogía, y me alegra poder decir que me quedan 16 capítulos para terminar el primer libro. 

Es la novela en la que estoy más centrada últimamente (pero conociéndome eso puede cambiar de la noche a la mañana) y la verdad es que estoy disfrutando como una enana con sus protagonistas. Un escritor debe conocer a sus personajes, pero eso no significa que estos no nos sorprendan. De hecho, creo que es fundamental que, aunque nosotros lo controlemos todo de ellos, siempre haya un pequeño umbral en el que nos demuestren que tienen vida propia, que nos sorprendan y nos roben el corazón.

No sé si al resto de escritores les pasa, pero yo me enamoro de mis personajes dos veces: una cuando los creo y otra con el tiempo, a medida que los capítulos se suceden. Y sí, yo estoy enamorada de todos mis protagonistas, creo que si no fuera así no podría meterme dentro de ellos y dejar que cuenten su historia a través de mí.

Riverhollow

Aunque Riverhollow fue la tercera historia en venir a mi mente, fue la segunda que empecé a escribir. Esta historia, ya lo dije en su entrada correspondiente, trata, principalmente, sobre la violencia y cómo los protagonistas se ven condicionados y arrastrados por ella. Desde el principio supe que no iba a ser una historia divertida, no pretendo que lo sea porque no es lo quiero de ella, pero no pude llegar a imaginar lo intenso que iba ser meterme en la piel de su protagonista. Me recuerda algo a Lucio, el protagonista masculino de Los mundos de Täryenn, porque Lucio fue un personaje muy difícil de escribir para mí que me consumía mucha energía, pero la historia no estaba contada desde su punto de vista y eso me daba algo de cuartel. Sin embargo, en Riverhollow, al ser la protagonista principal la intensa, me resulta complicado escribir muchos días seguidos con ella. La última vez fueron unos tres capítulos en cuatro días y acabé extenuada. No obstante, sé que es así como debe ser porque yo he sido la que la ha creado y desde el principio tenía muy claro cómo quería que fuera y cómo quería que el mundo viera a este personaje atormentado y horriblemente valiente, la mujer más temible y fuerte a la que he dado vida jamás.

Un rincón de la Gran Ciudad

En tercer lugar está el proyecto Gran Ciudad (reconozco que el nombre provisional que le he puesto es soso y feo a reventar). Esta novela me dejó para el arrastre cuando terminé su guión. No estoy exagerando, mentalmente me dejó como si hubieran estado haciendo experimentos con mi cerebro durante meses. Puede que sea yo muy torpe o esta historia muy puñetera (entre mi lectora de pruebas y yo la llamamos "la zorra", porque es como una de esas mujeres malas y fatales de las películas que manipulan y dan puñaladas traperas), pero el caso es que fui dejando el momento de empezar a escribirla hasta que me di cuenta de que no me apetecía nada empezarla. 

La Gran Ciudad, la madre de las rameras.

Esto creó una extraña situación, porque cuando lo acepté tuve la necesidad de hacer otra historia, lo cual me llevó en una búsqueda demencial donde si no le di vueltas a ocho proyectos o más en un mes y medio no le di vueltas a ninguno. Estaba ya al borde de la desesperación cuando, un día, harta ya de no encontrar nada que llenara ese "hueco" que la Gran Ciudad había dejado, me dije: «Esto es como una maldición, sé que no puedo encontrar ninguna otra historia que me guste porque la que debería hacer es la de la Gran Ciudad, lo sé, y hasta que no la empiece no voy a estar en paz».

Y con ese pensamiento exacto, esa misma noche, la empecé. Y os juro que estaba super nerviosa, porque... en fin, para mí esta es la historia más extraña que he escrito, la más arriesgada, pero también la más especial, porque es única. Me costó la vida hacerla, e incluso en esos momentos en los que me quedaba apoyada en el escritorio, derrotada y con la cabeza a punto de estallarme, al momento pensaba: «No vas a poder conmigo, zorra, yo a ti te escribo como que me llamo Laura». 

Así, tal cual, porque yo tengo relaciones con mis historias, y con la Gran Ciudad es una rara mezcla de odio, fascinación y curiosidad. Escribí cuatro capítulos casi del tirón, y me descubrí a mí misma enganchada, como si no supiera lo que iba a pasar aunque sí que lo sabía... Una paranoia, como todo en esta novela.

Por último me gustaría comentaros para aquellos que os interese, y para los que no, pues también, que estoy planteándome un cuarto proyecto. Antes me parecía una locura esto de llevar tantas novelas para adelante, pero ya le he cogido el tranquillo y la verdad es que me gusta, y lo bueno es que así no tengo que dejar pasar las buenas ideas cuando me golpean como rayos a un árbol. Si la cosa sigue adelante, por supuesto, os daré noticias sobre ella.

Y esto ha sido todo mis queridos lectores. Me sorprendería que algunoo leyeseis la entrada entera, porque, seamos francos, para que a los demás les interesen estas cosas debería ser un poco más famosa, ¿no? Yo creo que sí. Aunque dadme tiempo, que yo estoy muy loca y lo mismo me sacan pronto en los periódicos.

Un abrazo a todos y gracias por estar siempre ahí.